miércoles, enero 24, 2007

La huida

Y mientras la insomne paradoja de la vida no me demuestre lo contrario, mi vagar será errático frió e inseguro.


Sé que un día tuve miedo, no recuerdo muy bien porqué, quizá fuera miedo a crecer. Quizá. No lo recuerdo. Se que un día tuve mucho miedo y sé que me escondí. Me escondí para que nadie me encontrara. No sé cuanto corrí, nadé o volé, pero recuerdo que fue mucho, tanto como para dejar atrás el tiempo. Cuando llegué a mi escondite supe que estaba a salvo, -Aquí es. Dije. Aquí estaré seguro. Y en medio de toda aquella oscuridad, acurrucado en una esquina cerré los ojos y traté de olvidar aquello que me causaba ese pavor, debí hacerlo muy bien porque a día de hoy no me acuerdo de que era. Pero cometí un error. Me escondí tan bien que nunca he vuelto a encontrarme. Y allí sigo, sin ningún miedo pero terriblemente solo. Así que si algún día alguien tiene tanto miedo que tiene que esconderse en un lugar alejado de todo, si encuentran a un niño en una esquina de la oscuridad acurrucado, pero paradójicamente henchido, seguramente seré yo. Les pido un favor; si ha cambiado el mundo indíquenme por donde está el camino de regreso, si por el contrario, el mundo sigue igual (o peor) yo gustosamente le haré un hueco a mi lado para que juntos pasemos este trago...

Etiquetas: