Leones y ciervos


Y ocurrió que un día se enfrentaron en singular batalla un ejército de leones comandado por un ciervo contra un ejército de ciervos cuyo líder era un león.
Cada líder arengaba fuerza o inteligencia a su regimiento. Un líder. Una estrategia. Y cuando comenzó la batalla, rugidos y bramidos se entrecortaban entre cornada, zarpazo y mordisco. Los sonidos secos de las astas golpeando y rompiendo huesos saciaba la sed del ejército de ciervos. Los leones por su parte degustaban y saboreaban cada bocado que daban, cada vez que sus afilados colmillos desgarraban una esquirla de carne era una pequeña victoria… y poco a poco, cuando la noche apremiaba y las titilantes estrellas salpicaban una noche negra como el azabache, una caterva de cuerpos se amontonaba en el campo de batalla. Diezmados los ejércitos. Resquebrajada la estrategia. Flaqueadas las fuerzas. Cada movimiento era más lento y pesado. Abruptamente sangrando las heridas. Cada líder entiende que esta guerra requiere sacrificios. Quizá demasiados. Pero por esta noche ya son suficientes. Un rugido. Un bramido. Y las tropas retroceden en su posición. Ni vencedores ni vencidos, sólo victimas y verdugos. Tal vez algún día termine la batalla, rezarán por ello. Aunque temen la llegada de ese día porque eso significará que un ejercito ha sido derrotado. Significará que un ejercito ha vencido. Solo uno.Etiquetas: Leones contra ciervos

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